Érase una vez un tiempo analógico...
Al igual que muchos amigos amantes de la fotografía, cada vez que salgo de casa me vuelvo loco para decidir qué cámara(s) me llevo a la calle. Depende del estado de ánimo, de la luz que haya en ese momento, de las ganas que tengas de complicarte la vida...
Mi colección de cámaras no es demasiado extensa, un par de digitales y unas cuantas analógicas. Sin duda, estas últimas son mis favoritas, no ya por el resultado de las fotos en sí, que también, sino por el proceso desde que la haces hasta que llegas a descubrirlas. Es algo mágico, como esperar a que lleguen los Reyes Magos.
Aunque tengo nociones, nunca he revelado mis propias fotos, así que las llevo a una tienda donde son unos expertos y hacen un trabajo fino, fino. El momento de salir de la tienda y ver cómo han quedado fotos es lo mejor. La emoción te embarga, hay pocas cosas que me hagan tanta ilusión como eso a día de hoy.
Inevitablemente, sientes una gran decepción al ver algunas de ellas, obras maestras en tu cabeza, que sobre el papel son fotos insípidas, que no dicen nada. Pero no importa, porque a su vez verás que otras han quedado increíblemente geniales, aún cuando no esperabas gran cosa de ellas.
Pues todo este rollo viene porque hoy os traigo algunas de las fotos más recientes salidas de mi Kodak Retina S1. A esta cámara le tengo especial cariño porque era de mi padre y, además, hace unas fotazas que se te saltan dos lagrimones de los ojos.
Por cierto, la película que usé aquí fue un carrete a color de 35mm normal y corriente, el primero que encontré por mis cajones.
Por cierto, me encantaría saber qué cámaras usáis vosotros, analógicas o digitales, con cuál preferís salir a la calle para tomar fotos, por qué motivo, y cualquier cosa que queráis compartir... De vuestros comentarios nos enriqueceremos todos. :)
Bueno, al lío, aquí os dejo las mías, espero que os gusten.
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